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FICHA TÉCNICA:
Título: “El nacimiento de Venus” Autor: Sandro Botticelli
Estilo: Renacimiento italiano Cronología: hacia 1485, Quattrocento
Técnica: Temple sobre lienzo Localización:
Galería de los Uffizi, Florencia
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ANÁLISIS DE LA OBRA:
El Renacimiento fue una época marcada por
el esplendor cultural gracias al desarrollo del humanismo y el Renacimiento en
donde Italia, cuna de ambas corrientes, se erige como núcleo donde se
desarrollará la nueva cultura, y donde el mecenazgo será indispensable para
llevar a cabo la labor de un nuevo “renacer” que cambiará la concepción artística
y cultural de la Europa medieval.
En este cuadro Sandro Botticelli recurre a
la mitología clásica plasmando el nacimiento de la diosa más bella del Olimpo,
Venus. Diversas leyendas se originaron en torno a ella. Homero la hace hija de
Zeus y de Dione; Hesíodo afirma que nació de la espuma del mar, en el que
habían caído los genitales de Urano, castrado por Crono. Esta última versión es
la representada por Sandro en el cuadro, una diosa que nace en el mar y es
arrastrada a Chipre en una concha.
Venus, diosa del amor y la belleza preside
la escena, flanqueada por una pareja de Céfiros (vientos) a su derecha y una
Hora a su izquierda. Los Céfiros en vuelo están estrechamente abrazados y
empujan con un soplo a Venus desnuda, que pudorosamente se tapa con su
cabello, alzándose sobre una concha
marina. En la orilla, una Hora la espera para vestirla de un rico manto.
La precisa diagonal de los dos Céfiros, la
línea vertical pero casi inestable del cuerpo de Venus en equilibrio sobre la
concha, la tensión en sentido opuesto de la Hora, contribuyen a comunicar un
sentido del movimiento así como dar un ritmo fluente y vario a la pintura. La
extensión de las aguas marinas, y la presencia de la costa a la derecha, con su
avance sinuoso, dilata el espacio haciéndonos sentir como la diosa llega de
remotas lejanías, en la pureza solitaria de la naturaleza.
El desnudo central de la diosa, hacia el
cual convergen las figuras laterales aunque se aísla de ellas, posee tal
refinamiento que supera todo rastro sensual, transformando la sensualidad en
una espiritual y tensa contemplación. Esta pintura consigue expresar las más
delicadas sensaciones: la frescura del soplo de los vientos primaverales, el
leve encresparse de las olas y la fragancia salada del mar, la piel tersa de
los cuerpos y el terciopelo de las hermosas alfombras de hierba sobre tierra.
La estilización lineal posee una gracia indecible; basten para medirla la forma de la concha o la cabellera al
viento de Venus.
El esquema compositivo elegido por el artista
es claramente piramidal. El personaje central es el que capta toda la atención
y hacia él convergen el resto de las figuras. Los personajes son ligeros,
esbeltos, sinuosos y sensuales, dando al cuadro una sensación total de
ingravidez.
Todo representado con una riquísima gama
cromática que van desde los tonos fríos (azules, verdes, grises…) hacia los
cálidos (dorados, bermellones, ocres…) y gran nivel de detallismo y
minuciosidad a la hora de representar la escena.
Respecto al dibujo predomina la línea
sobre la mancha. Los contornos de las figuras están bastante marcados y
diferenciados. Hay una preocupación por parte del artista de representar el
volumen y la perspectiva.
Se cree que este cuadro posiblemente fuese
un encargo de la familia Medeci, familia de mecenas formada por personajes de
gran prestigio social que avalaban la labor de los grandes humanistas y
artistas del momento, introduciendo a los artista en ámbitos culturales. Así
fue como poco a poco los artistas reivindicaron
un nuevo estatus rechazando que se les considerara meros artesanos, ya
que argumentaban, que ellos no trabajaban con las manos, sino que sus obras
eran fruto de una reflexión teórica e intelectual.
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