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FICHA TÉCNICA:
Título: “Las señoritas de Avignon” Autor: Pablo Picasso
Estilo: Cubismo Cronología: 1907
Técnica: Óleo sobre lienzo Localización: MOMA, Nueva York
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ANÁLISIS DE LA OBRA:
En un contexto previo a la Primera Guerra
Mundial, en las artes plásticas se observa una enorme transformación, sobre
todo en la pintura caracterizada por la búsqueda del artista de nuevas expresiones,
la libertad de creación y un fuerte individualismo. Es el momento en el que
surgen las vanguardias artísticas que suponen un mundo del arte en continua
innovación.
“Las señoritas de Avignon” es una de las
obras más trascendentales del s. XX por que con ella podemos decir que comienza
el cubismo rompiendo con el paradigma clasista. Esta obra fue un exorcismo en
la obra de Picasso por hacerlo totalmente independiente a su modo de pintar.
Cuando se presentó esta obra no tuvo una buena acogida y aceptación por parte
de críticos y amigos.
En el año 1906 Pablo Picasso conoce Matisse y su obra, que influye en el
enriquecimiento de su paleta y el visionado de una exposición de arte africano
hicieron que su estilo comenzara a cambiar. En aquella época Picasso se
encontraba en su etapa rosa que poco a poco fue abandonado para introducir un
mundo demoníaco y mágico.
El cuadro representa un grupo de mujeres
desnudas, situadas delante de una cortina. El título indica que son
prostitutas, pues hace referencia a la calle Avignon de Barcelona, en la que
había distintos prostíbulos.
La representación de los cuerpos se hace a
base de formas angulosas, y en ellos se recogen distintos puntos de vista de
manera simultánea. Por ejemplo, en el mismo rostro los ojos aparecen vistos de
frente y la nariz de perfil, y vemos a la mujer agachada del ángulo inferior
derecho tanto de espaldas como de frente. Superposición de un montón de planos
y puntos de vista diferentes que hacen evidencia de cierto volumen y
profundidad aún a pesar de que no hay perspectiva.
En las cabezas puede distinguirse una gradación
creciente de geometrización. Las dos figuras de la derecha tienen mucha
similitud con máscaras africanas, seguramente inspiradas en la exposición de
arte africano que Picasso había visto con anterioridad.
Las mujeres se representan como en un escaparate
entre cortinajes y con un pequeño bodegón de frutas en primer plano que
simboliza los atributos sexuales femeninos.
La composición de la obra es fuertemente geometrizada y en gran parte simétrica. Predominan las líneas verticales le da un cierto carácter ascensional, aunque el formato sea cuadrado.
La línea es una de las grandes protagonistas de la obra. Su aplicación es geométrica, descomponiendo a las figuras en formas básicas, de agudas esquinas que parecen interpretarse unas con otras.
Cromáticamente predominan los tonos cálidos que vuelven más rotundas las formas, desvinculándose así del fondo en donde son utilizados los fríos y ocres. Pese a tener un cierto recuerdo de la realidad (el anaranjado de la piel), su tono saturado (muy fuerte) no puede ser considerado como realista y nos puede recordar (aunque en un menor grado) al utilizado por los fauves que Picasso conocía.
La luz no incide en el cuadro, creando zonas cromáticas puras y eliminando, casi por completo, el tradicional claroscuro.
Siguiendo su costumbre, Picasso trabajó en unos cuantos
bocetos bien dibujados antes de dedicarse de lleno a la obra final del cuadro. Esta obra preliminar de estudio consta de un
óleo, una
acuarela y una gran cantidad de dibujos que fueron debidamente estudiados y analizados en un catálogo de exposición.
Un primer boceto a lápiz negro y pastel sobre papel, en formato horizontal da a conocer la primera idea que tuvo Picasso para la realización de este cuadro. Las medidas del lienzo iban a ser más pequeñas, con siete protagonistas, cinco mujeres y dos hombres. Los hombres serían un estudiante (se supone que de medicina) entrando en escena por el lado izquierdo y llevando en la mano un libro (en otros dibujos es una calavera), y un marinero sentado en medio de la habitación, delante de una mesa redonda donde hay pintado un bodegón con tres rajas de
sandía, un porrón de
vino y una jarra con
flores, todo ello con su simbología correspondiente. La distribución de las mujeres iba a ser: una a la derecha, entrando y corriendo la cortina, una de espaldas y sentada, otra sentada junto al marinero y dos detrás y de pie. Los críticos e historiadores han visto en este boceto una clara escena de
burdel.
El segundo boceto es una acuarela sobre papel, muy próxima al cuadro final. En él desaparecen las figuras masculinas y quedan las cinco femeninas. Mantiene el formato horizontal pero con unas medidas más pequeñas. La mujer sentada sigue casi igual, sólo que ahora vuelve ligeramente la cabeza hacia el espectador. La mujer de la derecha sigue en posición de correr la cortina. El estudiante de la izquierda es sustituido por una mujer muy parecida a la pintura definitiva. El bodegón del centro queda adelantado a primer término y la jarra con flores desaparece. En este segundo boceto se muestra ya un ensayo de los colores de la obra terminada. La escena de burdel ya no está tan clara como en el boceto anterior y cada figura femenina toma protagonismo por sí misma.
Para llegar a la creación de estos bocetos Picasso hizo una serie de dibujos individuales de cada personaje, de sus cabezas, del cuerpo, de las piernas, de frente y de perfil. Casi todas estas pequeñas obras se conservan.
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