En torno a 1968 surgió en EE.UU. el Land Art como
una nueva corriente artística que intentaba liberarse de la estrechez de las
instituciones relacionadas con el arte. Los artistas dejaron sus estudios para
buscar en los desiertos del suroeste americano o en terrenos abandonados por la
industria un nuevo ambiente para su arte. Querían encontrar lejos de la
metrópoli artística que era Nueva York posibilidades de conectar arte y
experiencia paisajística fuera de lo habitual. Su nuevo trato con los
materiales más elementales, como la tierra y las piedras, así como su nueva
familiarización con las grandes planicies americanas, trae al recuerdo la
colonización de extensas regiones de EE.UU a mediados del s. XIX.
El Land Art no
expresaba la vivencia de ese entorno a través de la pintura o la fotografía: su
material artístico era el paisaje mismo. Los artistas intervenían directamente
en el entorno e intentaban rebasar las dimensiones tradicionales de la obra de
arte. Sólo por su magnitud sus trabajos eran espectaculares; sus excavaciones
en los suelos, sus líneas trazadas sobre la tierra y sus diques eran de
dimensiones monumentales.
La finalidad de
este estilo es producir emociones plásticas en el espectador que se enfrenta a
un paisaje determinado. El principio fundamental del Land art es alterar, con
un sentido artístico, el paisaje, para producir el máximo de efectos y
sensaciones al observador. Se pretendía reflejar la relación entre el hombre y
la tierra y el medio ambiente y el mundo, expresando al mismo tiempo el dolor,
debido al deterioro ambiental del clima que existe hoy en día. Lo principal es
la interacción del humano-artista con el medio ambiente.
Los artistas
principales de este movimiento fueron Walter
de María, Michael Heizer, Rober Morris, Dennis Oppenheimy Robert Smithson.
Estos hicieron proyectos de arte efímero ya que los propios elementos naturales
hacían desaparecer la obra. Estas intervenciones se dieron a conocer a través
de fotografías en revistas de arte y galerías.
Walter de María en
su obra “Campo de relámpagos”
1974-77, coloca 400 postes de acero inoxidable en un campo de Nuevo México
representando la parte más dramática de la naturaleza, las tormentas, y como la
naturaleza es capaz de transformarse.
“Malecón en espiral” 1970 es una obra de Robert Smithson
compuesta por una espiral de guijarros que se adentraba en aguas rojizas y que
en la actualidad se halla sumergida. El crecimiento orgánico representado por
la espiral contrasta con la aridez eterna y la decadencia geológica.
“El observatorio” realizado por Robert Morris 1977
escenifica el solsticio con un anillo doble arcaico que recuerda a la
Stonehenge.
Siguiendo las características y filosofía del Land Art los/las alumnos/as de 4º de ESO realizan sus obras pertenecientes a este estilo en el jardín del Centro.