Cada vez que se da una
sucesión regular de formas visuales se produce un ritmo que, sin embargo, no es
una característica exclusiva del leguaje visual, ni siquiera una estructura
compositiva creada por el hombre.
La vida está a menudo
regulada por el ritmo que está siempre presente en el mundo natural. La
alternancia del día y la noche, de los latidos del corazón y la respiración,
son fenómenos que se suceden con frecuencias regulares y que marcan, por tanto,
un ritmo.
El ritmo presenta un
elemento activo, vital y dinámico en la naturaleza. Por otra parte, hay muchas
actividades humanas de carácter rítmico: caminar, correr y bailar son movimientos
rítmicos todos ellos, que pueden adoptar indistintamente un tempo lento o
rápido, acelerado o ralentizado.
El ritmo, en todas sus
variedades métricas, ha caracterizado muchos de los productos artísticos del
hombre: la música, la poesía y las imágenes tienen frecuentemente una
estructura rítmica que las anima, las articula y las hace vivas y dinámicas.
Los ritmos, lentos o
rápidos, están continuamente presentes en nuestra vida y ayudan a definir
algunas realidades a través de sus diferentes materializaciones: visuales,
gestuales, sonoras o verbales.
El hombre ha utilizado
siempre todos los lenguajes para representar el ritmo; está presente incluso en
el lenguaje matemático: algunas estructuras aritméticas (como por ejemplo las
de la numeración o las de las progresiones geométricas) son, efectivamente,
representaciones rítmicas.
Ritmo uniforme:
La repetición regular de
una unidad visual constituye un ritmo uniforme en la composición. La sucesión
rítmica guía al ojo: la repetición de las figuras, de las trayectorias, de los
colores, compartimenta la superficie, articulándola y reavivándola: el conjunto
se percibe animado de impulsos dinámicos.
Los elementos pueden
estar colocados en sucesión lineal: se crea un efecto de regularidad, de
movimiento rítmico y siempre igual. Cuando el intervalo entre los elementos es
amplio se crea una sensación de movimiento lento y solemne. Si los elementos se
suceden con rapidez, el efecto es de tensión frenética.
Un desarrollo rítmico
ondulado produce un movimiento dulce y flexible; un desarrollo con movimientos
angulosos y rígido crea un ritmo duro y quebrado. La repetición uniforme e
initerrumpida crea ritmos fluídos y contínuos. Una sucesión, curva por arriba y
puntiaguda por abajo, dirige la mirada con fluidez por arriba y la quiebra con
dureza por abajo.
Ritmos binarios:
Un ritmo puede
complicarse haciéndose alterno o binario si se alternan los elementos
regularmente , creando una articulación binaria (grande-pequeño, arriba-abajo,
blanco-negro…).
La articulación rítmica
puede desarrollarse ulteriormente; uno arriba-dos abajo, uno grande-dos
pequeño, uno blanco-dos negro, etc. Se crea así un efecto de ritmo vivo y
dinámico, sin la más mínima concesión a la monotonía.
Ritmos crecientes y
decrecientes:
Un ritmo puede crecer por
tamaño. Por grosor, por altura y por color. Se produce una tensión en
progresión y un movimiento que se intensifica en una dirección. El efecto
contrario, el de ralentización, se consigue con los ritmos inversos.
La alternancia de los
desarrollos contrarios provoca una oscilación ondulatoria de los dos
movimientos.
Las distancias entre dos
elementos iguales, cuando aumentan o disminuyen progresivamente, producen un
movimiento ya creciente ya decreciente, con sentido único.
Ritmos concéntricos y
radiales:
Un ritmo puede irradiar
desde un punto central, dilatándose hacia fuera: lo que se aprecia es un movimiento
de dentro a afuera o de fuera a dentro.
Es una estructura
rítmica, los elementos pueden disponerse en torno al punto central, como en el
caso de los radios de una rueda; se crea en ese caso un ritmo radial, que se
extiende hacia fuera con un efecto de expansión. Un ritmo en espiral produce un
desarrollo vertiginoso, que se dilata progresivamente hacia fuera.
La fusión de ritmos
concéntricos, crecientes y radiales produce una gran tensión dramática en la
superficie, que se ve animada y articulada por un movimiento de expansión de
dentro a fuera. La disposición radial de ritmos que se entrecruzan y se
expanden, determina efectos dinámicos, que han sido utilizados con frecuencia
en las modernas investigaciones cinético-visuales.
Ritmos
uniformes y alternos:
Ritmo uniforme:
Ritmo concéntrico y alterno o binario:
Ritmo binario:
Ritmo creciente y decreciente:
Ritmos
uniformes:
Ritmo binario o alterno:
Ritmo concéntrico:
Ritmos crecientes o decrecientes:
Ritmos cuaternario:
Ritmo binario o alterno:
Ritmo cuaternario o alterno:
Ritmo binario o alterno: