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FICHA TÉCNICA:
Título: “La fragua de Vulcano” Autor: Diego de Velázquez
Estilo: Barroco español Cronología: 1630
Técnica: Óleo sobre lienzo Localización: Museo del Prado
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ANÁLISIS DE LA OBRA:
Durante el Barroco (s. XVII y XVIII),
España vivió una época dorada en el aspecto cultural sin parangón. El continuo
movimiento de grandes maestros y el conocimiento de sus obras influirá
decisivamente en artistas que, como Velázquez, resumen lo mejor de la pintura
europea en su tiempo.
En este cuadro Velázquez recurre a un tema
propio de la mitología clásica, los amores de Afrodita y Ares. Cuenta el mito
que siendo Afrodita la diosa más bella del Olimpo, su padre, Zeus, decidió
casarla con Hefesto/Vulcano, un dios feo y cojo que pasaba sus días alejado de
la luz del sol encerrado en su fragua acompañado de los cíclopes. Este dios tan
poco agraciado poseía otras virtudes, éstas eran la de la inteligencia y el
ingenio además de ser un dios tremendamente trabajador y mañoso.
Afrodita, diosa de la belleza y del amor
no podía amar a un dios como Hefesto/Vulcano, y le fue infiel. Tuvo relaciones
con varios dioses y con algún mortal, pero de quien se enamoró fue de Ares, el
dios de la guerra.
Al principio los encuentros entre los
amantes eran nocturnos, discretos y breves, pero se fueron confiando, y
permanecían juntos hasta bien entrado el día, de tal manera que Apolo, el dios
sol que todo lo ve, los descubrió y decidió informar al marido engañado y poner
fin a tal infidelidad, quizás celoso por no haber sido él el elegido por Afrodita.
Apolo acudió a la fragua de
Vulcano/Hefesto y le informó de la traición de su esposa. Este momento fue el
elegido por Velázquez para representarlo en el cuadro. Siguiendo una lectura de
izquierda a derecha podemos ver a Apolo portando una corona de laurel en su
cabeza de la que emanan rayos solares en el momento que le está dando la
noticia a Hefesto/Vulcano, que está trabajando con el martillo y el yunque
rodeado por los cíclopes (herreros), al mismo tiempo que es sorprendido por la
noticia de la infidelidad de su esposa.
El mito cuenta que Hefesto, una vez
informado de lo sucedido, decidió crear una red de oro para castigar a los
traidores, la red era tan fina que casi nadie la podía ver pero a la vez era
tan fuerte que ni el más vigoroso de los dioses la podía romper.
En cuanto tuvo ocasión de encontrar
desprevenidos a los dos amantes, se acercó a ellos con mucho sigilo y los
cubrió con la red, tal como se encontraban, desnudos y en postura poco
decorosa. Sin perder tiempo, llamó a todos los dioses para que contemplaran la
traición.
Finalmente Afrodita se marchó a Chipre, su
tierra natal, y Ares se ocultó en Tracia poniendo fin de una manera vergonzosa
a un amor intenso y apasionado.
Desde el punto de vista formal la obra de
Velázquez destaca por su grado de realismo y veracidad a la hora de representar
los cuerpos que develan el gran estudio anatómico por parte del artista.
Representa dos tipos de cuerpos, uno vinculado al mundo celeste (Apolo) y otro
al subterráneo (Hefesto/Vulcano). Ambos se manifiestan de forma diferente. El rubio Apolo, coronado de laurel como dios de la poesía, exhibe un desnudo adolescente, de formas delicadas y carnes blancas, en apariencia frágil pero duro como un mármol antiguo. Ninguna idealización, en cambio, en los cuerpos de Vulcano y los cíclopes, trabajadores curtidos por el esfuerzo lo que se refleja en las carnes apretadas y los músculos tensos, aunque detenidos, observando atónitos al dios solar. Aun tratándose de desnudos académicos, con recuerdos de estatuaria clásica, han sido reinterpretados por el estudio del natural, con modelos vivos, que han puesto también los rostros de seres corrientes.
También destaca desde el punto de vista
formal por la estancia donde se representa la escena. Todo está representado
con el mínimo detalle empleando la técnica del óleo que permite representar
diferentes texturas (metales, cerámicas, lumbre…) con gran meticulosidad y
realismo. Debido a esto, algunos teóricos han calificado su estilo como
realismo poético por su delicadeza a la hora de tratar las formas.
En las obras de Velázquez nunca hay
defectos de dibujo y la atmósfera está expresada a través de la penumbra,
modelando y tamizando la luz a través del empleo virtuoso de los colores.
Colores en los que predominan los tonos pardos, marrones y ocres siguiendo la
técnica del claroscuro que potencia volúmenes y relieves.
Desde el punto de vista compositivo, el
centro de atención del cuadro reside en la cara de Hefesto y posteriormente, en
la línea visual determinada entre Hefesto y Apolo. Un esquema compositivo en el
que predomina la horizontalidad pues podemos englobar a todos los personajes en
un rectángulo en el que hay un dinamismo circular.
Se considera esta obra como una de las más
italianizantes del artista por la influencia de Caravaggio, Rubens y la escuela
veneciana en su estilo.
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